Cómo se veía el futuro de la minería chilena del cobre en 1998

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Es enero de 1998 y Codelco innova en el mundo minero con una de las primeras páginas web del rubro del cobre. Ahí el presidente de la minera estatal, Marcos Lima, habla del futuro del rubro, asegurando que “debemos olvidarnos de la idea de ver nuestro negocio solamente en términos de producción, donde el cobre una vez refinado, desaparece en un hoyo negro que es el mercado”.

Han pasado casi 20 años y nuestro país sigue sin cambiar su manera de manejar el cobre, lo vendemos en bruto y lo compramos elaborado, mucho más caro.

Lo siguiente es el mensaje de Marcos Lima de cara a lo que debía hacer la industria minera chilena para modernizarse y obtener más ingresos.

Editorial

En lo que va transcurrido de la década del 90, el auge experimentado por la minería en Chile ha sido impresionante. Para hablar sólo del cobre, mineral ligado a nuestra historia como nación, en estos años hemos recuperado el primer lugar como el principal país productor de cobre de mina del mundo, pasando de un nivel de producción de algo más de un millón y medio de toneladas a más de cuatro millones de toneladas de cobre fino equivalente a fines de la década. Más del 40% de la producción mundial provendrá de nuestro país, hacia el año 2000.

Sin embargo, quisiera plantear tres desafíos que enfrenta la minería chilena y en especial la minería del cobre y de cuya adecuada superación dependerá la mantención de los actuales niveles de crecimiento de nuestra actividad.

En primer lugar, debemos olvidarnos de la idea de ver nuestro negocio solamente en términos de producción, donde el cobre una vez refinado, desaparece en un hoyo negro que es el mercado.

Hemos estado planteando, en cuanto foro ha estado a nuestra disposición, en cada oportunidad en la que nos hemos apuntado con otros grandes productores mundiales que debernos involucrarnos en una campaña sistemática que impulse el consumo de nuestro cobre tanto en los mercados actuales como en aquellos emergentes que aparecen con gran potencial, que desarrollemos investigaciones destinadas a encontrar nuevos usos, que actuemos anticipatoriamente frente a las tendencias de los mercados, en fin que la industria termine de una vez y para siempre con su miopía de marketing.

Ligado a lo anterior, en segundo lugar, debemos enfrentar el problema de nuestra relación con el medio ambiente y con los grupos ecologistas más radicales. La minería levanta con fuerza la idea del desarrollo sustentable, esto es, respeto a la naturaleza pero entendiendo que los minerales están ahí para ser explotados en beneficio de una mejor calidad de vida de la gente y no para mantenerlos bajo tierra. ¿Que sería de nuestra vida moderna sin los metales? Pero hoy se levantan voces para impedir el desarrollo minero, según algunos, contaminante y depredador del medio ambiente. Estamos más que dispuestos a invertir en tecnologías que impiden el deterioro ambiental, pero no aceptamos estándares que corresponden a otras realidades.

Un caso alarmante lo constituyen los intentos de grupos ecológicos europeos de prescribir el uso del cobre en determinadas aplicaciones sin contar para ello con evidencias científicamente comprobadas. Debemos desarrollar, entonces, una campaña conjunta entre productores y consumidores para demostrar que el cobre ha acompañado a la humanidad por cinco mil años y que seguirá siendo en el futuro un factor de progreso y bienestar.

Por último, las empresas mineras debernos asumir un compromiso de transparencia y credibilidad frente a la opinión pública, tanto en términos de nuestra actuación como en relación a los resultados económicos obtenidos y su aporte al país. El sector minero es demasiado importante en la economía chilena para que no se conozca la evolución de los principales negocios mineros en términos de costos, productividad y resultados.

Es sabido que se han hecho grandes inversiones a la espera de obtener adecuados retornos y que ello debiera estar ocurriendo. Sin embargo, son muy pocas las empresas mineras que publican la información acerca de sus resultados, aún cuando se trata de grandes empresas, ya que su estructura legal no corresponde a las de sociedades anónimas abiertas. Si se publicaran los balances todos se enterarían cuánto invertimos, cuánto producimos, cuánto ganamos. Es cierto, nadie está obligado a ello si no desea hacerlo, pero en un mundo globalizado tarde o temprano la información llegará a la opinión pública.

En síntesis, más transparencia, más claridad en torno a los temas ecológicos y más creatividad para enfrentar el mercado son nuestra receta para seguir impulsando el desarrollo de la minería en Chile.


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